martes, 17 de junio de 2014

DISCURSO COMPLETO JORGE RIVAS > APDH > ALFREDO BRAVO

Discurso completo del diputado Jorge Rivas en el Congreso nacional en el homenaje realizado a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y al maestro Alfredo Bravo, en el Salón de los Pasos Perdidos.

"Para mí, es muy grato participar de este homenaje a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, en reconocimiento a su incansable lucha por la justicia, la dignidad humana, y la memoria, ya que estoy convencido de que era una gran asignatura pendiente que tenía esta Cámara de Diputados de la Nación.
En el mes de diciembre de 1975, en Buenos Aires, cuando las libertades públicas eran cada vez más violentadas por la represión, por las bandas parapoliciales, por las amenazas y la persecución política, en lo que era solo el preámbulo del terrorismo de estado, un grupo de dirigentes sociales, políticos, sindicales, y religiosos fundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. 
Entre sus fundadores estaban Adolfo Pérez Esquivel, más adelante premio Nobel de la Paz, y el futuro presidente de la República Raúl Alfonsín. Los obispos católicos Jaime de Nevares, Jorge Novak y Carlos Gattinoni y el pastor metodista José Míguez Bonino. El dirigente político Oscar Alende y la veterana luchadora socialista por los derechos de la mujer Alicia Moreau de Justo. También estaba Alfredo Bravo, militante socialista y dirigente sindical de los maestros, que sería años después varias veces elegido diputado nacional.
La primera reunión pública de la Asamblea se llevó a cabo en un momento tan terriblemente connotado como el mes de abril de 1976. En la oportunidad, se sumaron otras figuras, como Emilio Mignone, el rabino Marshall Meyer y Augusto Conte, que se dedicarían hasta el final de sus vidas a la lucha por los Derechos Humanos. Las diversas identidades ideológicas y políticas de sus integrantes nunca fueron un obstáculo para el trabajo de la Asamblea, que hizo de ese pluralismo uno de sus mayores méritos. 
En ese trágico período que acababa de iniciarse y que se prolongó hasta 1983, la dictadura cívico militar que azotó al país aplicó el plan de exterminio de sus oponentes políticos y sociales que la Justicia argentina ha caracterizado como Terrorismo de Estado. La Asamblea, entonces, se dio la tarea de recoger, registrar y ordenar miles de testimonios de secuestros y desapariciones de personas. Desplegó, además, una enorme tarea solidaria con los familiares de las víctimas. En 1977 publicó la primera lista de desaparecidos.
Elaborada al mismo tiempo que se desarrollaba la represión ilegal, la lista reunía ya cinco mil denuncias en octubre de 1979, cuando se la hizo llegar a la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos de la OEA, que visitaba el país. El informe resultante, editado en el exterior, fue después difundido aquí por los militantes de la Asamblea. 
Ya recuperado el Estado de Derecho, la APDH siguió su tarea. Además de participar activamente en la CONADEP, asistió y acompañó a cientos de testigos en los procesos a los represores que se abrieron en 1984, y resistió después a la sanción y aplicación de las leyes de la impunidad y a los indultos. Resultaría por otra parte demasiado largo enumerar ahora todas muy diversas actividades que la Asamblea ha desarrollado y desarrolla tanto en el país como en el exterior, como parte de una intensa tarea que demuestra además una concepción amplia y abarcadora de los Derechos Humanos.
Creemos que la notable trayectoria que acredita la Asamblea la hace ampliamente merecedora de nuestro reconocimiento y de nuestro homenaje. Este momento histórico nos parece particularmente propicio. Es que, por una parte, nuestra sociedad puede exhibir logros descollantes en lo que se refiere a los juzgamientos de dictadores y sus cómplices, logros a los que no ha sido ajena la labor de la Asamblea. Por otra, la defensa de los Derechos Humanos se ha vuelto a instalar en el centro de la escena política a raíz de los ataques extremadamente violentos registrados contra presuntos delincuentes en diversos puntos del país, y de las conductas punitivas que reclama una parte de la dirigencia política.
Por último y para terminar, no quiero dejar de recordar muy especialmente a mi querido maestro y compañero Alfredo Bravo, de cuya muerte se han cumplido recientemente once años. Fue, como dije antes, uno de los fundadores de la Asamblea. Pero además, sufrió él mismo el secuestro, las torturas y la prisión que le infligió la represión ilegal, sin que nunca cejara en su compromiso con los Derechos Humanos, sin que nunca dejara de militar en la Asamblea. 
Muchas gracias."

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